Ficha de personaje (Vampiros)

Nombre y Apellidos:  Grimer Stilix (Ethera)


Edad: muchos muchos años


Ciudad de Origen:

Sirena: las costas cercanas a Liodeth

Vampiro: Nanka


Reino: Oscuro, Dacora


Clase:  Hechicera


Arma: Un báculo al que lleva atado un par de dagas, básicamente para cortar plantas.


Familiar: --


Apariencia al convertirse en vampiro: --


Apariencia física: No es tan alta, 1.65, pero es muy curvilínea, con caderas poderosas y una cintura pequeñita. Su cabello es rojo, pero lleva un mechón blanco, con el que cubre su ojo derecho. Sus ojos son rojos, con pupilas levemente afiladas. Tiene una piel que debió ser bronceada, pero a falta de sol es pálida. Lleva en su espalda alta, casi su nuca, el tatuaje de un fenix, cuyas plumas de su cola caen por su espalda lasta el final de esta (algo como esto pero en rojo)


Personalidad: Picara, sensual y, pese a ser muy reservada en que la toquen, le gusta coquetear. Camina moviendo las caderas de manera sensual porque puede. Si puedes ganarte su confianza no te drogará cuando no te des cuenta. Es apasionada en todo lo que hace, y muy extremista. Le gusta el terciopelo y el color sangre.


Historia:

Sirena: Vivía en una tranquila aldea submarina en las costas de Dacora, en una playa alejada de caminantes donde era muy difícil de ingresar si no era por mar. Ella era una de las ayudantes de las mujeres que curaban a los enfermos, por eso aprendió lo básico de plantas y sus efectos. Sin embargo sentía que algo faltaba, ella quería irse de aventura, así que lo hizo. Cruzó al territorio oscuro por el mar. Desde ahí sus recuerdos son borrosos. Ella cree que la pescaron y la tuvieron viviendo en un tanque, en exhibición, pero no está segura. No recuerda cómo ni cuándo la transformaron en vampiro.



Vampiro: Despertó con sed, tenía sed y tenía que alimentarse. Al poco rato de beber mucha sangre decidió que debía vestirse; su cola había desaparecido. Se puso la ropa de una chica a la que había matado y salió del lugar donde estaba, hallándose en medio de la ciudad de Nanka. Poco a poco se dio cuenta que todos olían delicioso, apetecibles. Aprovechando que era de noche se alejó de la ciudad hasta un claro entre la frontera y Nanka. En ese lugar tenía suficiente alimento de ambos reinos.



Siguió jugando con las plantas y sus efectos, creando tés. Ella practicaba esos efectos con sus víctimas, llegando a descubrir que con ciertas plantas atontaban a las criaturas, otras las hacían deseosas de revolcarse o, incluso, de perder el conocimiento por unos segundos. Durante una temporada compartió cueva con una chica que se había perdido en la frontera, un ángel que usaba para atraer potenciales comidas. Pero al final dejó ir a la chica, cuando, tras unos muchos meses, se encariñó con ella. Se despidió de la chica dejándola regresar a su casa, un monasterio en la frontera luminosa. Regresó a su hogar en el claro a seguir devorándose a sus víctimas, aunque nunca entendió porque no olían tan dulce como ella misma o como su rubia amiguita luminosa.